LAS BALAS LAS SENTÍ SOBRE MI CABEZA: NACHO SALAZAR

SOLO SENTÍ EL SILBIDO DE LAS BALAS

SOBRE MI CABEZA: NACHO SALAZAR

Por Max RODRÍGUEZ

La gente en el interior de sus casas, no quieren salir, si lo hacen es con desconfianza; lo sucedido ha provocado nuevamente ese miedo de salir a la calle, es el retorno “aguacate”, es la casa marcada con el número 1525, ya es tarde, posiblemente porque es la hora de la comida todos los habitantes de este lugar se encuentran dentro.

En una casa se escucha música y se mantiene la puerta abierta, tal parece que a quien vive ahí no le importó lo sucedido en la madrugada de este jueves, o ni siquiera se enteró.

El frente y el costado de la casa de color azul, de dos pisos, tal parece que se encuentra en zona de guerra, por todos lados se aprecian los impactos de las balas, en la casa vecina un vehículo de modelo reciente, de importación, sufrió graves daños, vidrios destrozados. No menos de 150 impactos en las bardas, vidrios de puertas y ventanas, de autos, balas de grueso calibre

En esa casa vive quien por muchos años fue el hombre que se encargaba de imprimir varios periódicos, desde El Sudcaliforniano, hasta El Avante, La Extra, La Voz del Sur y varias revistas que se editaban en La Paz por la década de los 70´s. Se trata de Nacho, si aquel señor robusto güero, su nombre Ignacio, “nacho” Salazar Castellanos

Ya sin las cintas de “escena del crimen, no cruzar”, llegamos hasta el domicilio de Nacho, quien se encuentra enfermo, se mueve en silla de ruedas. Nos dice que no sintió miedo, que escuchó silbar las balas por su cabeza pero que mantuvo la tranquilidad,  sereno en todo momento.

Sin embargo, en momentos su voz era temblorosa, no era la misma con la que inició la plática con este reportero.

Le pregunté si había visto a alguien entrar a su casa o subir por la venta, que hubiese motiva quele dispararan a su casa. Respondió que no

Estaba dormida en su cama, dos de sus nietos en otra habitación cuando escuchó los primeros disparos, de momento no sabía lo que pasaba. Las balas en su habitación lo hicieron ver la realidad.

Agujeros de una y dos pulgadas de diámetro en una pared, el espejo de un tocador destrozado,  Nacho escuchaba las detonaciones, pero luego sintió el calor de las balas cerca de su cabeza y él, sin poder moverse acostado en su cama, cerca de la ventana por donde entraban las balas por cantidades.

En ese momento se encontraba con dos de sus nietos, a los que les ordenó que se tiraran al piso, “no se levanten” gritaba.

Fueron  minutos que se hicieron largos, los disparos no terminaban, fue cuando llegó el miedo a los habitantes de la casa de color azul, ya totalmente cubierta de agujeros de balas de grueso calibre.

Nacho postrado en su cama sin poder moverse, sus nietos tirados en el piso, solamente veían como las paredes se hacían pedazos, los vidrios  se rompían, las balas se sentían por toda la pequeña habitación de 4x5 metros

Manifestó Nacho Salazar que cuando llegó la policía a su casa sintió una tranquilidad que desapareció cuando  a gritos le ordenaban que entregara las armas, que dijera cuantas tenía, más aún cuando se llevaron a sus dos nietos, supuestamente a declarar, pero desde las 8 de la mañana a las tres de la tarde aún permanecían ante el ministerio público.

Cuando llegamos a la casa de Nacho,  dos jóvenes, hombre y mujer, recibieron a este reportero, pero al terminar de platicar y despedirme de Nacho Salazar, ya no se encontraban, al parecer  fueron a comprar comida.

Intente salir pero la puerta estaba atorada, dañada por las balas, fueron unos quince o veinte minutos intentando abrir sin conseguirlo.

Durante este tiempo llegaron tres personas  en diferentes momentos, movieron la cortina improvisada que cubría la puerta  y al mirarme me pidieron: “dame dos”, “yo quiero tres”, “vendema un paquetito”.

En lo personal sí puedo estar seguro que Nacho ignora lo que pudiese suceder realmente en su casa. Pero si me deja algunas dudas de4 lo que sucede en su entorno.